Entradas populares

martes, 7 de junio de 2011

EN LA BARRA NO HAY LUGAR -cuarta y última parte-

Como recordarán, Valentín cree que ha mandado asesinar a su jefe Genaro. Los dos matones quieren cobrarle el dinero que les prometió. Y él prefiere entregarse a la policía, asumir las consecuencias y salvarse de caer en manos del hombre canoso y la rubia voluptuosa. Sin embargo, las cosas no son como él las piensa. La explicación es otra. 


Ojalá lo disfruten.

*********


 Salió del edificio y tomó un taxi. El sol calaba. Y él sudaba a chorros. A señas condujo al chofer hasta la casa donde había pasado la noche. Se detuvieron. Valentín pagó con un billete y el taxista no traía cambio. – Guarde lo que sobre – le dijo al bajar. El taxi arrancó y Valentín tragó saliva antes de sonar el timbre. Timbró varias veces y nadie abrió. Una mujer que pasaba por la allí le explicó a Valentín que en aquella casa nadie vivía.
-        Está usted equivocada, señora. Hoy estuve allí dentro.
-        Yo creo que se está confundiendo señor – respondió ella –. Los dueños tienen sin venir muchos años y la casa ha permanecido cerrada, así como la ve.
-        ¿Un hombre canoso y una mujer rubia son los dueños de esta casa?
-        Sí – le mujer respondió segura-. Pero le estoy diciendo que no se han aparecido por aquí en años, hasta pensamos que habrán muerto porque si se fija por las ventanas los muebles siguen allí…
Valentín echó un ojo por una de las ventanas que daba al jardín de la calle. Efectivamente los muebles se exhibían intactos. Y eran los mismos que él había visto hacía apenas unas horas. No comprendía nada. Imaginó que había dormido y platicado con los muertos y sintió un escalofrío recorrerle la espalda. – No seas pendejo, tú ni crees en eso –. Se decía una y otra vez mientras caminaba calle abajo. Volvió a tomar otro coche de sitio. Pero ahora pidió al chofer que lo llevara a Abedules número ocho, la dirección de la importadora de ropa en la que él trabajaba.
En cuanto cruzó la puerta de entrada, Pérez, un amigo compañero de trabajo, lo abordó, obligándolo a frenar el paso y detenerse en el recoveco de un muro, justo detrás de unos macetones gigantes.
-        Ahora sí te la bañaste, Guerrero. ¡Cumpliste tu promesa!
-        Déjate de pendejadas –respondió Valentín-. Yo no sé dónde chingados está ese cabrón.
-        ¿Ni a tu amigo le vas a contar la verdad?
-        ¡Que te calles, cabrón! Esa es la verdad, no sé dónde está Genaro y que esté perdido nada tiene que ver conmigo.
-        Pues qué raro – murmuró Pérez-. Ayer, antes de salir de la oficina, me dijo que se le hacía muy raro el que tú le invitadaras unas cervezas después del trabajo.
Valentín puso cara de espanto.
-        ¿Qué qué dijo?
-        Pues eso, mano. Y ya sabrás, todos pensamos luego luego que te lo llevaste a pistear al depa y allí por fin le acomodaste esa madriza que tantas veces le habías prometido.
Aquello fue como un mazaso en la cabeza para Valentín. Claro. Las piezas del rompecabezas se acomodaban al fin. La maldita amnesia tenía la culpa de todo, porque sin recordar más que dos o tres cosas, estaba seguro de algo: Genaro había desaparecido por culpa de él. Seguramente –pensó Valentín – estos, la mujer esa, la rubia, y el güey del canoso hicieron el trabajo sucio, en la peda les prometí dinero a cambio y ahora que cumplieron la tareita ya no tengo con qué chingados pagarles. Y donde nos les pague me van a matar.
Sintiéndose realmente mal, Valentín salió de edificio sin avisar que se iba de nueva cuenta. Iba decidido a contarle todo a la esposa de Genaro. Y luego, a entregarse a la policía. Prefería mil veces pisar los separos o hasta la cárcel que estar a merced de unos matones sin piedad. Caminaba cuando su teléfono volvió a sonar. Respondió rápido y a secas. Era la rubia la que estaba del otro lado del aparato.
-        Y qué tal, Valentín, ¿no tendrás problemas en conseguirnos el dinero, verdad?
-        Ya me enteré –respondió él- Ya sé qué es lo que sucedió anoche y ahorita mismo voy a entregarme a la policía.
-        ¿Qué dices? – gritó la mujer.
-        Lo que oíste. Que voy a la policía a entregarme, porque lo que le hice, más bien, lo que hiceron estuvo muy cabrón.
-        El cabrón serás tú si no nos pagas primero. Ya lo que hagas después nos da igual, pero tendrás que pagar primero, porque nadie ve primero el show y luego paga…

La mujer cortó la llamada en seco. Valentín se sintió amenazado, pero ligeramente mejor., liberado. Aquello del “show” fue lo que le dejó inquieto. ¿Sería posible que él estaba presente mientras fulminaban al infeliz de su jefe? Pero ya no había vuelta atrás; lo hecho, hecho estaba. Ahora, a enfrentar las consecuencias.
Llegó a su departamento. Tendría que darse un baño y cambiarse de ropa y tomarse un par de aspirinas. Cuando llegó a la puerta quiso meter la llave en la chapa y con asombro descubrió que la chapa estaba forzada. El corazón le latió rápido. Dudó en entrar. Empujó un poco la puerta y gritó como el típico cobarde de los cuentos: “¿Hay alguien?”. Inmediatamente se sintió un idiota. Seguramente, ese alguien iba a responderle y decir: Sí, aquí estoy. Entonces, aprentó los puños levantándolos a la altura del pecho. Y entró.
Lo que vió allí tirado en su sala era el cuerpo desnudo de Genaro. Un cuerpo gordo, inmóvil, con las nalgas al aire. Valentín entró en pánico. Dio una ojeada a su alrededor y parecía que no había nadie más. Se lanzó hacia el teléfono decidido a marcar a emergencias, a la policía, a la mujer de Genaro. Y en el trayecto, se tropezó con una de las piernas regordetas y peludas de su jefe. Y luego, el hallazgo. Genaro no estaba ni muerto ni herido. Traía una borrachera de esas para poner en pedestal. Estaba borrachísimo y apenas podía articular palabra.
-        ¿Qui.. quién eres? ¿Dónde estoy?
-        Genaro, soy Valentín y estás en mi casa.
Luego, intentó darse la vuelta allí tirado en la alfombra y Valentín lo detuvo poniéndole un pie en la panza.
-        Espera, no te muevas. Ahora te traigo algo para cubrirte porque estás totalmente encuerado.
Valentín agradeció al suelo que Genaro no estuviera desaparecido, ni muerto ni herido. Todo se complicaba más. Entonces, ¿y los matones? Del armario sacó una sábana vieja y se le echó encima a Genaro. Luego, le llevó un vaso de agua fría y un par de alka seltzer. Genaro se medio incorporó y como pudo develó parte de aquel misterio. La noche la había pasado con una mesera que había conocido en un bar de mala muerte. Una chica de curvas peligrosas y pronunciadas. Había bebido demasiado. Y cuando estaba a punto de cerrar el bar, la chica lo invitó a seguir la fiesta en su departamento. Genaro aceptó gustoso. Pero al llegar y al echarse en la cama, se quedó profundamente dormido. Esa mañana, la chica le despertó dándole golpes en la cabeza y exigiéndole que le pagara y que se fuera de allí. Él le dijo que claro, pero que tenía que llevarlo a su casa porque no traía dinero. Así lo hicieron. Tomaron un carro de sitio. Y se dirigieron no a su casa –cómo lo llevaría a su casa si él era casado- sino al departamento de Valentín. Mágicamente, la puerta estaba abierta, porque Valentín cuando salió asustado a la oficina, se olvidó de echarle el cerrojo. Cuando llegaron y la chica exigió su dinero, Genaro le dio un billete de cien pesos, cosa que la hizo enfurecer. Ella estiró el brazo y tomó un trofeo que Valentín había ganado en su niñez, en un concurso de oratoria, y se lo estrelló en la cabeza a Genaro, quien cayó desmayado.
-        Seguramente esa perra se llevó mi ropa y también mi cartera, mi reloj y mis anillos – Al escuchar aquello, a Valentín el color y al aire le regresaron al cuerpo-. Pero me tienes que hacer ahora el paro de no contar nada a nadie ni a mi mujer, hazme ese favor, Valentín, y te lo pago como sea.
Si esa era la historia, ¿en qué parte de ella encajaban los matones? Valentín no tardaría mucho en descubrirlo. Mientras pensaba qué responderle a su peor enemigo, a su aborrecible jefe, se escucharon unos puñetazos que intentaban derribar la puerta a golpes. Valentín se puso de pie. Se acercó a la puerta. Por la mirilla puedo reconocer afuera la peor de sus pesadillas: el canoso y la rubia despampanante. No tuvo más remedio que abrir y armarse de valor. El hombre de pelo blanco se acercó a él y apuntándole con el dedo índice le exigió una respuesta.
-        Me dicen que tienes asuntos qué resolver con la policía, amigo. Pero antes tienes qué pagar lo que nos debes.
Entonces, Valentín explotó.
-        ¿Pero qué chingados te debo? Es que ni te conozco.
-        Mira, mira bien –respondió la rubia y se sacó una diminuta bolita roja del bolsillo- ¿Ves esta pastillita? Se le llama “píldora ácida” y logra ponerte a mil y borrarte la memoria. Ayer, en el bar, me pediste que te vendiera dos y antes de cobrarte hiciste la peor estupidez: tragártelas juntas. Balbuceabas. Y dijiste que necesitabas algo que te diera valor para matar a un tal Gerardo, Jerónimo, Geranio… no recuerdo, y luego pediste algo más que te borrara la memoria. ¿Satisfecho?
Valentín sintió que mil recuerdos se le amontonaron en la cabeza. Todo comenzó a tomar forma y color. Claro. Eso era. Dos píldoras. Un noqueo. Risas y cerveza, espumeantes tarros de cerveza. Promesas de matar a su Genaro. Después, olvidar. Así de fácil.
-        Ja – rió Valentín - ¿eso es todo?
-        ¿Todo? Así es amigo. El detalle es que cada acidito te salió en dos meses de sueldo. Osea, nos debes ochenta mil pesos.
-        ¿Qué? – exclamó Valentín
-        Lo que oyes. Y es más, olvídate de pagar mañana, nos pagas ahora mismo o me los chingo ahorita mismo a ti y al bulto ese.
El hombre de pelo blanco no se andaba con rodeos. Sacó una pistola y la enseñó. Sin pensarlo dos veces, Valentín tuvo la solución perfecta.
-        Está bien, está bien. Te pagaré. Solamente dame unos minutos para hablar con él, por favor – y señaló a Genaro, que aunque estaba escuchando todo aquello, parecía que nada le inmutaba, pues todavía los ríos de alcohol que transportaban sus venas eran caudalosos.
Los matones se hicieron a un lado sin quitarle la vista a Valentín, quien se agachó hasta Genaro y le habló así al oído:
-        Esto es lo que haremos, jefecito – y aquello lo dijo con tono de burla-. Tú me das ochenta mil pesos para pagarles a estos cabrones y yo me quedo mudito.
Genaro no tenía otra opción. Así que aceptó sin chistar nada.
Días después, Valentín regresó al Barecito. Y de nueva cuenta llegó sólo.
-        Hola – saludó la hostes-. Perdón pero no tengo lugar en la barra; te puedo ofrecer una de esas mesas cerca de las ventanas.
-        No, no, gracias –respondió Valentín- Prefiero esperar a que se desocupe un lugar en la barra.
Y luego, entre dientes, añadió:
Prefiero estar sólo para no hacer otra de mis habituales pendejadas.

martes, 3 de mayo de 2011

Obras civiles VS Ciudadanos: el infierno de una ciudad en reparación

Al menos son dos las obras civiles que debo atravesar día con día para dirigirme a mi trabajo. La primera: el reencarpetamiento de la avenida Av. Camacho. La segunda: el paso a desnivel en Circunvalación y la avenida anterior.  Si antes eran 30 minutos los que duraba mi trayecto, ahora son el doble, porque siempre ando pegándole a la hora manejando. Eso de ida. De vuelta, fácil le llego a la hora y quince minutos. Súmesele el calor, la pésima semaforización de López Mateos y la bendita Plaza del Sol y el crujir de tripas después de las 3 de la tarde, pues da como resultado un energúmeno al volante. Pero que aún así se controla. Y se porta con educación.

Lo que sí fue una pesada fue el corte de agua a mi colonia, a toda la zona del Country. Cuatro días sin lo que llaman el vital líquido. Cuatro días de una sensación tan desagradable que casi lo obligan a uno a trepar por las paredes. El corte de agua se debió a otra obra civil que se está haciendo a unas cuantas cuadras de Patria. Y así, tal cual, sin decir "agua va", nos cortaron el agua.

¿Qué está pasando? Poca planeación, poco importarles a los políticos el sentir y la necesidad de los ciudadanos. Todo se está concentrando, de nuevo cuenta, en los automóviles; todo es para tener avenidas sin baches -a ver cuánto duran-, puentes iluminados y bonitos cuando recién los inauguran o túneles bien alumbrados y que dan la sensación de estar en cualquier ciudad europea. ¿Y los ciudadanos, los de a pie, lo de camión, los de bicicleta, los que no tienen auto porque no les alcanza? Y aún cuando no les alcanza les cortan servicios, los dejan sin agua, sin rutas de camión, sin tantas otras cosas que se sacrifican en nombre del automóvil.

Los Panamericanos serán sí, una ventana abierta al mundo, porque los ojos de muchas partes del mundo estarán puestos en Guadalajara. Pero ojalá también allá afuera se conociera todo el caos que se genera para tener preparada una ciudad que de entrada es bonita, pero que quieren dejar cual foto de postal. Lo triste es lo que sucederá -como siempre sucede-: todas esas fuentes reparadas, esas avenidas reparadas, los camellones totalmente renovados (qué tal el inmenso camellón de todo Pablo Neruda... nombre, hasta parece que estuviéramos en Quèbec con tanta flor) serán olvidados una vez pasado noviembre. Se aceptan apuestas a que así será. Porque lo que interesa ahorita es la maquillada, el aparentar que en Guadalajara se vive bien, y se vive bonito.

Ojalá el infierno de obras termine pronto como termina una temporada de tremendos calores, con lluvias copiosas y frecuentes. Y ojalá algún día, en serio, algún día, llegaran a los Ayuntamientos y a los gobiernos ciudadanos conscientes, que buscan facilitar la vida de la sociedad más que complicarla. Que en lugar de preocuparse por vestir corbatas Burberry que en la vida vistió sólo ahora que tiene "supuesto poder y billetes en la cartera" y hacer la faramalla de planear un nuevo museo de 35 millones de dólares en la Barranca de Huentitán, se preocupen por la gente que no tiene coche y que sólo quiere trabajar para vivir sin habituales preocupación. Lo sé. Es mucho pedir y aún no es Navidad. Pero en esta vida todo se vale, siempre y cuando sea para bien de todos. ¿Qué no?

viernes, 25 de marzo de 2011

Horizontes Chapultepec VS La Ecología

Con bastante enfado redacto estas líneas.

En la zona de Chapultepec, cerca de la glorieta Niños Héroes, se está levantando Horizontes Chapultepec, un complejo de cuatro torres de departamentos de lujo. Están a punto de inaugurar la entrega de los departamentos de las dos primeras torres; mientras que las dos restantes siguen en construcción.

Es por todos sabido que la zona de Chapultepec, también llamada "zona rosa" posee tantos atractivos como encantos, siendo uno de ellos las grandes arboladas que transforman esa zona en un pequeño bosque urbano. Resulta que alrededor de toda la manzana en la que se levantan las cuatro torres antes mencionadas, existían árboles enormes, bonitos, que daban buena sombra y hacían lucir las calles de Mexicaltzingo, Vidrio y Chapultepec. Lógicamente, estos árboles darían también un toque especial al complejo de Horizontes. Sin embargo, es eso lo que la constructora LAR nos hizo creer. Sin más que respaldarse de un permiso de nuestro H. Ayuntamiento, los constructores tumbaron todos los árboles que circundaban toda esa zona de construcción. Y para cubrirse las espaldas o levantarse el cuello, se limitaron a poner una manta donde explicaban que se les había concedido el permiso, y que se habían comprometido a plantar mil árboles más en otras zonas...

Volvemos a lo mismo. Parece que el crecimiento urbano va en detrimento con cuidar las áreas verdes. Nada -pero nada- le hubiera costado a LAR respetar tanto árbol que daba un aspecto nostálgico al lugar. Ahora, se ve gris, plano, y por muchas jardineras que vayan a poner nada se verá igual sin las frondas verdes que se levantaban por esas calles.

Sería bueno que constructoras como LAR se dieran una vuelta a Punto Sao Paulo, para que se den cuenta cómo todo ese complejo se construyó respetando varios de los árboles gigantes que se encontraban allí. Realizaron una obra pública extraordinaria con la evitaron la destrucción de tanto árbol en esa zona de Av. Américas. Es más, Punto Sao Paulo ofrece unos jardínes tan increíblemente bonitos, llenos de vida y vegetación, que ojalá Horizontes Chapultepec pudiera tener por ejemplo.

jueves, 24 de marzo de 2011

Green Day VS Panda

Definitivamente: ¡Green Day!

Aún sé qué es lo que me sigue atrayendo de Panda y su happy-punk -como erróneamente se le ha bautizado a esta corriente, pues de suyo, el punk no debería tener pero nada de HAPPY- pero hoy los iré a ver en concierto, y por segunda ocasión.

Es por todos conocidas las broncas en las que la banda regiomontana se metieron hace años cuando se descubrió que plagiaron unas canciones de Green Day con toda la desfachatez del mundo. Green Day metió demanda y ya no sabemos qué pasó. Lo cierto, es que Green Day es el "papá" de todo lo que a partir de los 90s sonó a punk. Y aunque Billie Joe, Tré y Mike se hayan vendido a lo comercial en los últimos años, no dejan de ser una banda potente que ha creado canciones convertidas en himnos al buen punk.

Me queda claro. Voy hoy al concierto de Panda porque ya me hace falta mi dosis de guitarrazos, de amplificadores, de bombos y de cerveza. Me hace falta una dosis de esa adrenalina que sólo se logra sentir en un concierto de rock. Quizá también, muy en el fondo, es mi actitud un reclamo a Green Day por no haber incluido en su última gira a países como México, cuando incluyó a Perú, Colombia y Venezuela. ¿Qué les impidió regresar a tierras aztecas? Hace ya siete años que vinieron al DF, al Palacio de los Deportes, y que los disfruté como enano. Pero ahora que no decidieron incluirnos, vaya que nos hemos sentido mucho. Por eso, ha desquitarnos hoy con los Pandos y con sus rolas, que aunque rayan en lo repetitivo y comercial, no dejan de ser creaciones de unos cuates mexicanos que tienen su talento y que ya han aportado mucho a la escena musical mexicana.

miércoles, 23 de marzo de 2011

HONDA Excelencia Motors VS HONDA Magno

Suele suceder que pensar en mandar a reparar el coche a la agencia es lo más caro del mundo. Y muchas veces preferimos el taller de la esquina. Sin embargo, en estos años me he dado cuenta que las agencias son mucho más confiables, y en precios pueden estar a la par de cualquier taller mecánico.

Esta semana le tocó a mi coche entrar al taller. Me costó mucho acudir a otra agencia que no es la habitual, pero todo fue por comodidad, por cercanía a mi oficina. Sin embargo, he de confesar, me quedé sorprendido de la atención puntual y siempre atenta del personal de Honda Excelencia Motors. Me tuvieron el coche el día y la hora que prometieron. Que al final hubo una diferencia en el total que habría que pagar, pero que no me importó mucho pues el trato profesional que recibí se merece aplausos y aplausos.

Sin embargo, no puedo decir lo mismo de Honda Magno, a donde procuraba hasta la semana pasada llevar mi coche a servicios y en situaciones de algún tipo de falla mecánica. En Magno, las más de las veces, me han tratado muy diferente a como se trata a un cliente frecuente. La fecha en que aseguran entregar el coche nunca es la que prometen. Y eso de que uno confíe en que el asesor te llamará para cualquier información que tú necesites, es puro cuento.

Me quedé con buen sabor de boca de un servicio que cuesta caro, pero que es de calidad. Y me queda la certeza de que un coche que recibe servicios y atenciones de agencias como Excelencia Motors, puede dar más años de vida y de batalla. Y si el día de mañana se decide vender, estará y se sentirá "como nuevo".

lunes, 21 de marzo de 2011

Cinemex Sao Paulo VS Cinépolis VIP Andares

Hoy conoceré el nuevo complejo de cines VIP en Guadalajara: Cinemex Punto Sao Paulo. Para empezar, este lugar, Sao Paulo -Prolongación Américas, en pleno corazón financiero de la ciudad-, es un lugar elegante, muy agradable a la vista, con una arquitectura envidiable y unos bonitos jardines. Ya se está convirtiendo en un sitio chick de gran afluencia. Los buenos restaurantes combinados con un casino y ahora este nuevo complejo de cines VIP están haciendo que Andares ya no sea la única opción para dar la vuelta. Claro, Andares tiene mil cosas más que ver. Pero con eso de que lo que más puede uno ver son escoltas, guarros, policía armada y gente de aspecto un tanto dudoso y peligroso, me quedo con Sao Paulo. Hay que ver qué tal me va y cuál es mi experiencia. En precios están igual -125 pesos el boleto-. Pero en puntualidad, comodidad y servicio ya hoy veremos.    

domingo, 20 de marzo de 2011

Contracultura teatral

El jueves pasado me invitaron al teatro Diana a ver "Speechless", un show de un mimo israelita de renombre, alumno del gran mimo y actor francés Marcel Marceau -ojo, no dije Marcial Maciel, aunque el primero parezca un afrancesamiento del segundo- y volví a hacer corajillos.
No es la primera vez que en el Diana permiten que la gente, en plena función, esté comiendo. Es bastante molesto escuchar el sonido chillante que se produce al abrir refresco en bote, el crujir de las bolsas de papas, alguno que otro despistado celular que suena en plena función y gente llegando 15 o 20 minutos tarde.
Pero más allá de todo esto, es tan desagradable ver cómo se permite la entrada a ciertas personas que visten de manera tan desenfadada, como si estuvieran el la playa. Nos tocó ver a gente en bermudas y chanclas; otros, con pants y portando la camisa de las Chivas o el Atlas. O lo que es peor: un actor cómico que en los 80s hiciera famoso a un personaje "fresa y pedante" vestido con pants y ¡camisa sin mangas!, como recién salido del gimnasio...
La verdad ese feeling que a muchos nos sigue llegando el día que disfrutaremos de una tarde de teatro no tiene parangón. El teatro es un recinto que se debe respetar, y que se debe disfrutar como Dios manda. Con tales espectáculos de personitas que no tienen ni la más mínima idea de lo que es respetar un recinto como tal, la verdad a uno se le va más el tiempo en hacer enojos que en disfrutar de la puesta en escena. Ojalá existiera un código de vestimenta en teatros pequeños que no sólo se exigiera en el Degollado -donde también se viola, según me cuentan-. Ojalá creáramos una contracultura teatral, donde el buen vestir y el respeto al silencio y al lugar hagan que estos espectáculos luzcan más. Y nos asemejáramos poquito más a lo que se vive en otros países en torno al teatro.  

martes, 8 de marzo de 2011

¿Qué habría sucedido sí...?

Al igual que Virgil, la joven despampanante personaje misterioso de la novela "El psicoanalista" de Katzenbach, yo me pregunto: ¿Qué hubiera sido si Dante, a las puertas del infierno cuando leyó las tremendas palabras: "Abandonad toda esperanza los que aquí entráis" se hubiera dado media vuelta para largarse de allí? No tendríamos Divina Comedia...
Lo mismo pasa en nuestra vida. Hay que ser héroes de epopeyas y no darnos la vuelta a la primera dificultad.

Fastidiar: Dícese de...

FASTIDIAR:
  1. tr. Molestar o disgustar: le fastidia la falta de puntualidad.
     
  2. col. Ocasionar daño: acabas de fastidiar la moto.
     
  3. prnl. Aguantarse, sufrir algo con resignación: no consiguió entradas y tuvo que fastidiarse. ? Se conj. como cambiar.

    *****
Eso, justo eso es lo que puede lograr una obra pública, que aunque sea necesaria, es molesta. El paso a desnivel que se está construyendo en la intersección de las avenidas Ávila Camacho y Circunvalación es ya un fastidio para los que, a cualquier hora del día, necesitamos transitar por esa zona. Las rutas alternas son una burla y un sin sentido. Y la dizque ayuda que tratar de dar los agentes viales es simplemente nula. ¿Seis, ocho meses durará este relajo? Lo que más pena me da es ver que todavía a estas alturas del partido hay vecinos inconformes que siguen acampando en pleno camellón, que aunque las máquinas estén literalmente partiéndoles el suelo, ellos siguen allí en pie de lucha.

Al andar se hace camino. Y se hace camino al andar.

A mis dos lectores:

La licuadora es la herramienta necesaria y indispensable para mezclar varias cosas y convertirlas en una sola con sólo apretar un botón y elegir la velocidad.
Este espacio cibernético será justo eso: un lugar donde se podrán insertar, añadir, "postear", pegar, compartir y mezlcar aquellas crónicas urbanas que van conformando día a día la vida de este caminante común, osea, yo.
Que mis andanzas o mis experiencias no tengan mucho o nada de especial, es cosa segura. Sin embargo, hay ocasiones en los que ponerlas por escrito ayudan a uno a salir de sí mismo, conectarse con los demás y descargar las cosas que trae dentro.

En este espacio publicaré también esos escritos -cuentos cortos y relatos- que han ido naciendo en los últimos años, y que por falta de tiempo y de un lugar-físico apropiado se han ido quedando en el disco duro de la computadora, o en las hojas blancas de mi carpeta de argollas.

Gracias, mis dos queridos lectores. Ojalá a ustedes se sumen aunque sea otros tres. Y así, si son cinco, ya puedo sentirme leído.

Rodrigo Santana