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martes, 3 de mayo de 2011

Obras civiles VS Ciudadanos: el infierno de una ciudad en reparación

Al menos son dos las obras civiles que debo atravesar día con día para dirigirme a mi trabajo. La primera: el reencarpetamiento de la avenida Av. Camacho. La segunda: el paso a desnivel en Circunvalación y la avenida anterior.  Si antes eran 30 minutos los que duraba mi trayecto, ahora son el doble, porque siempre ando pegándole a la hora manejando. Eso de ida. De vuelta, fácil le llego a la hora y quince minutos. Súmesele el calor, la pésima semaforización de López Mateos y la bendita Plaza del Sol y el crujir de tripas después de las 3 de la tarde, pues da como resultado un energúmeno al volante. Pero que aún así se controla. Y se porta con educación.

Lo que sí fue una pesada fue el corte de agua a mi colonia, a toda la zona del Country. Cuatro días sin lo que llaman el vital líquido. Cuatro días de una sensación tan desagradable que casi lo obligan a uno a trepar por las paredes. El corte de agua se debió a otra obra civil que se está haciendo a unas cuantas cuadras de Patria. Y así, tal cual, sin decir "agua va", nos cortaron el agua.

¿Qué está pasando? Poca planeación, poco importarles a los políticos el sentir y la necesidad de los ciudadanos. Todo se está concentrando, de nuevo cuenta, en los automóviles; todo es para tener avenidas sin baches -a ver cuánto duran-, puentes iluminados y bonitos cuando recién los inauguran o túneles bien alumbrados y que dan la sensación de estar en cualquier ciudad europea. ¿Y los ciudadanos, los de a pie, lo de camión, los de bicicleta, los que no tienen auto porque no les alcanza? Y aún cuando no les alcanza les cortan servicios, los dejan sin agua, sin rutas de camión, sin tantas otras cosas que se sacrifican en nombre del automóvil.

Los Panamericanos serán sí, una ventana abierta al mundo, porque los ojos de muchas partes del mundo estarán puestos en Guadalajara. Pero ojalá también allá afuera se conociera todo el caos que se genera para tener preparada una ciudad que de entrada es bonita, pero que quieren dejar cual foto de postal. Lo triste es lo que sucederá -como siempre sucede-: todas esas fuentes reparadas, esas avenidas reparadas, los camellones totalmente renovados (qué tal el inmenso camellón de todo Pablo Neruda... nombre, hasta parece que estuviéramos en Quèbec con tanta flor) serán olvidados una vez pasado noviembre. Se aceptan apuestas a que así será. Porque lo que interesa ahorita es la maquillada, el aparentar que en Guadalajara se vive bien, y se vive bonito.

Ojalá el infierno de obras termine pronto como termina una temporada de tremendos calores, con lluvias copiosas y frecuentes. Y ojalá algún día, en serio, algún día, llegaran a los Ayuntamientos y a los gobiernos ciudadanos conscientes, que buscan facilitar la vida de la sociedad más que complicarla. Que en lugar de preocuparse por vestir corbatas Burberry que en la vida vistió sólo ahora que tiene "supuesto poder y billetes en la cartera" y hacer la faramalla de planear un nuevo museo de 35 millones de dólares en la Barranca de Huentitán, se preocupen por la gente que no tiene coche y que sólo quiere trabajar para vivir sin habituales preocupación. Lo sé. Es mucho pedir y aún no es Navidad. Pero en esta vida todo se vale, siempre y cuando sea para bien de todos. ¿Qué no?

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